Se realizó un KOH (el hidróxido de potasio disuelve la queratina y permite visualizar los elementos fúngicos) que resultó negativo. Pese a ello, se inició tratamiento con miconazol tópico sin obtenerse respuesta. Y aunque llegó a plantearse la biopsia, se optó por un intento de terapia tópica con corticoides obteniéndose una respuesta rápida con resolución casi total del cuadro en poco tiempo.
Aunque se llegó finalmente al diagnóstico de eccema numular, nuestra apuesta inicial fue la de una necrobiosis diabeticorum y mereció la pena el planteamiento de un diagnóstico diferencial de las lesiones anulares del paciente con Diabetes Mellitus tipo 1 (DM1). Típicamente se han descrito dos, el granuloma anular y la necrobiosis lipoídica diabeticorum (NLD). Las particularidades de dicho diagnóstico diferencial es importante en Pediatría si tenemos en cuenta que el granuloma anular es raro en adultos (típico de la adolescencia y el adulto joven menor de 30 años); por este motivo la biopsia representaba una prueba necesaria, si bien, ciertos datos presentes en nuestro paciente nos obligó a descartar la micosis cutánea y el eccema numular. De haber sido así y habernos quedado con las dos entidades tipicas en un diabético tipo 1, eran importantes dos datos diferenciadores: la localización en miembros inferiores (acral para el granuloma anular, y en piernas para la necrobiosis) y su presencia en escroto (localización muy improbable en el granuloma anular, más sugerente de necrobiosis que puede progresar ascendentemente con más lesiones).
Por último, cabían otros diagnósticos diferenciales: la sarcoidosis (muy infrecuente en pediatría), el xantogranuloma necrobiótico y el liquen plano, sin olvidar entidades autolimitadas y más frecuentes en la población general como la pitiriasis rosada de Gibert (placa heraldo en sus inicios).
Caso presentado por: A. C. Barreda Bonis, J. Guerrero Fernández, I. González Casado