En respuesta a las preguntas formuladas, y como comentarios al caso, merece comentarse lo siguiente:
1. ¿Qué dos pruebas complementarias deberían haberse realizado en primer lugar? La forma más inócua de caracterizar la tumoración es mediante una ecografía de la lesión. La radiografía de craneo era discutible haberla realizado aunque la aparición de una tumoración adquirida mucho más allá de parto y que ecograficamente parecía corresponderse con una hemorragia exigía descartar una posible fractura subyacente.
2. El estudio analítico se realizó para descartar anemia y alteraciones de la coagulación debido al tamaño de la lesión y su caracter aparentemente progresivo:
Hematología:
Serie roja: hematies 5.10x10e6/μL, hemoglobina 13,3 gr/dL, hematocrito 49%, V.C.M. 92,4 fL, H.C.M. 31,4 pg.
Serie blanca: leucocitos 14,9 x10e3/μL. Formula: neutrofilos 39%, linfocitos 55%, monocitos 6%, eosinofilos 1%, basofilo 1%
Serie plaquetaria: plaquetas 666 * x10e3/μL. Hemostasia: tiempo de protrombina 11,6 seg, tpo de protrombina 99 %, INR 1,0, fibrinógeno 328 mg/dL, tiempo de cefalina 32,2 seg, ratio tiempo de cefalina 1,20.
No había alteraciones.
3. Teniendo en cuenta que se trataba de una lesión adquirida, ¿qué prueba complementaria podría haberse realizado en último lugar? No había una clara indicación para el TAC, si bien, el líquido detectado ecográficamente era dudosamente sanguinolento, motivo por el que había que descartar que no hubiera comunicación entre el espacio intra y extracraneal (fístula). El resultado indicaba colección sanguinolenta sin comunicación con el interior ni fracturas.